sábado, 25 de abril de 2009

BIENVENIDO A CIUDAD REAL DON ANTONIO

“…andaban como ovejas sin pastor…”
GOZO. Quizás sea la palabra que mejor defina mis sentimientos en la pasada tarde de Jueves Santo.

GOZO, al disfrutar de una hermosa tarde de primavera, en la que tras aliviar mi espíritu en la Solemne Liturgia de la Cena del Señor, me dirigí a la Plaza de Santiago, para observar como el Perchel envía a la ciudad su lección de fe cofradiera.

Pero sobre todo GOZO al sentir por primera vez en mi vida, que mis sentimientos cofrades no son un obstáculo para el crecimiento de mi fe, sino todo lo contrario.

Y es que uno, que ha ido madurando en la fe al amparo de la vida parroquial, no comprende como el apoyo que, cuando ha participado en diversos grupos de acción pastoral, siempre ha sentido por parte de sus sacerdotes y de aquéllos que tienen la hermosa misión de velar por el bien de esta diócesis desde esa casa de todos que es el Obispado Priorato, se tornaba, al menos en mi, quizás equivocada percepción, en obstáculos y recelos, cuando el grupo pastoral era alguna de mis cofradías.

Y el problema es que esa percepción que tenía, era y es compartida por la práctica totalidad de los cofrades de mi ciudad. El cofrade capitalino, se siente un obstáculo para aquéllos que han de velar por el desarrollo de nuestra fe. Y eso es un hecho constatable, incontestable y muy doloroso... La cuestión quizás ha sido la falta de claridad o de forma a la hora de expresarlo.

Reflexionando estos días, me he dado cuenta que quizás el problema radica en la percepción y no en la realidad. Y es que los cofrades capitalinos no nos hemos dado cuenta que nuestros sacerdotes y nuestro obispo, son también personas, y como personas necesitan tiempo. Tiempo para aclimatarse, para observar, para reflexionar y tiempo también para actuar. Y como personas, también tienen derecho a equivocarse.

De esta reflexión surge un GOZO aún mayor que el que sentí aquella tarde de Jueves Santo en la Plazuela de Santiago, porque de la actitud de Don Antonio he podido extraer muchas consecuencias positivas.

Cuando vi a nuestro Obispo debajo de los faldones del Señor de la Caridad, o realizando la levantá del palio de nuestra Reina del Perchel, descubrí por fin a un pastor que participa con sus hermanos, en algo que para el cofrade de Ciudad Real, no es una manifestación callejera, sino la expresión pública de SU FE. Hecho éste del que tanto estamos necesitados en los tiempos que corren.

El papel de las Cofradías en la Semana Santa urge ahora más que nunca. Ante una sociedad laicista que intenta eliminar todo rescoldo de aquello que nos ha hecho ser como somos, el cofrade, lanza a la ciudad y extiende por sus calles, el mensaje del hermoso misterio que a la vez estamos celebrando dentro de nuestros templos.

Y es que el misterio de la entrega del Señor, de su Pasión y Muerte, y sobre todo de su Resurrección, es tan grande hay que pregonarlo por las calles, acercándolo a aquéllos que por diversas circunstancias sociales o espirituales no se acercan a Él en los templos.

Y cuando digo que nuestro obispo ha participado con sus cofrades, estoy feliz porque con esa participación veo también un giro radical en aquella percepción que hasta ahora había tenido respecto de su actuación para con el cofrade ciudadrealeño.

Y en este GOZO es en donde reside la ESPERANZA de que por fin, un pastor bueno comparta con los cofrades ciudadrealeños su sensibilidad, y que sus decisiones a partir de ahora sean fruto del afecto que seguro surgirá entre nuestro obispo y los ciudadrealeños.

Quizás esa percepción que tenía hasta ahora haya venido motivada también por ciertas actitudes y decisiones que hoy estoy seguro que han sido fruto más que de su voluntad, de su desconocimiento. Por eso albergo la enorme esperanza de que el año que viene esas decisiones cambien de signo, como el mejor exponente de su afecto para con nosotros.

Y es que hoy estoy esperanzado:

-Porque estoy seguro que usted no ha querido provocar tanto dolor, y tantas lágrimas de impotencia y desconsuelo, como ha provocado con la decisión de no permitir la sustitución de la imagen del Señor de las Penas de la Hermandad de la Humillación, y el año que viene podremos ver la nueva imagen (de enorme calidad artística por cierto…) de un joven ciudadrealeaño que como a mí, hará usted feliz

-Porque estoy seguro de que pronto dará usted las instrucciones oportunas para que la imagen del Señor cautivo de la Hermandad del Prendimiento, deje de estar escondida en un salón parroquial y pueda recibir un culto digno, dentro del espacio que existe en el templo de Nuestra Señora de los Ángeles.

-Porque estoy seguro de que pronto levantará usted el veto para que las Hermandades ciudadrealeñas puedan participar con su insignia corporativa en la procesión del Corpus Christi, tal y como sucede en muchos pueblos de nuestra diócesis.

-Porque estoy seguro de que pronto lo veremos haciendo levantás en las cruces de mayo que hace algunos años organizaban las hermandades de SU ciudad, en aras de ofrecer a los más pequeños una alternativa sana y una formación en nuestra fe y nuestras tradiciones, y que incompresiblemente fueron vetadas hace algunos años para su organización por las cofradías.

-Porque estoy seguro de que las Imágenes Titulares de las Cofradías, que aún se encuentran guardadas en el Guardapasos, o expuestas en escaparates de comercios (como la Virgen del Mayor Dolor, el Cristo de la Entrada en Jerusalén, el Cristo del Encuentro…), estarán pronto al abrigo de sus templos.

-Porque estoy seguro de sus futuros desvelos en conseguir que las Cofradías que lamentablemente inician sus recorridos procesionales desde el vulgar “guardapasos-depósito de coches”, lo hagan desde un sitio digno cercano a sus respectivos templos.

-Porque estoy seguro de que usted nunca más va a prohibir una salida extraordinaria de una Cofradía, cuando exista un motivo justificado como por ejemplo un aniversario fundacional o la conmemoración de una efemérides destacada, porque estas salidas no son sino expresión pública de gozo ante la pervivencia de una institución de nuestra Iglesia, o reivindicación de la vigencia de nuestra fe cristiana.

-Porque estoy seguro de que sus decisiones serán la mejor manifestación del aprecio mutuo que va a surgir entre usted y los cofrades de Ciudad Real.

A mí, sólo me queda darle las gracias y si tenemos la oportunidad, darle un abrazo en AGRADECIMIENTO a lo que empezó a forjarse en la soleada tarde del Jueves Santo perchelero, y pronto, seguro, se hará realidad.

Un fraternal abrazo en el Señor.

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