lunes, 27 de febrero de 2012

Oda a la lorza manchega... (homenaje al Domingo de Piñata)


Foto: Rubén Marín Donate

Ni el extremeño, ni el charro, ni el onubense, ni el turolense. Ninguno como el cerdo manchego. Extraordinario manjar.

Paladares exquisitos se rinden ante las excelencias de aquél del que se aprovechan hasta los andares. Nada hay como el gorrino autóctono de la llanura infinita. Lo sabe hasta San Antón, que se hizo acompañar de uno, y que le ha dado su apellido a aquél que se pasea por Almagro cuando finalizan las Pascuas…

Y como cantores de las generosidades de este alimento cuasidivino, los manchegos, recios y altaneros han vuelto a lanzarse a las calles en una orgía de piropos corporales a aquél que ha hecho su vida, más feliz si cabe, durante el último año….

Porque basta ya de criticar que el Domingo de Piñata se celebre en “tiempo cuaresmal”, y es que cuando se trata de cantar las maravillas del puerco autóctono no hay tiempo de recogimiento que valga. Inexplicablemente, algunos nos creíamos que el magno poema, hecho desfile de piñata, que se celebró ayer en nuestra capitalísima, no era sino el colofón de un Carnaval tardío… Pobres de nosotros.

Los “desfilantes”, nos han dado una lección de patria chica a aquéllos que siempre nos jactamos de amar nuestra tierra, y cuál “Tercio de Flandes” se lanzaron de sus tractores, dejaron sus aperos de labranza y, enhiestos y orgullosos, se inmiscuyeron en una bacanal de rasos fluorescentes, danzas tribales y ritmos desenfrenados… todo por él.

¡Oh cerdo! Excelsa vianda de acrisolados gustos… Néctar de lípidos saturados que moldea esculturales cuerpos y eleva los espíritus, cual ambrosía de los dioses hasta el mismísimo olimpo de la carne…

De ahí que equivocadamente entendiéramos el término “carnestolendas”… Las “carnestolendas” del Domingo de Piñata en Ciudad Real, son una sinfonía a la carne, con mayúsculas. Esa delicia de los sentidos que las mozas y los mozos alababan ayer con lo más propio de su ser…sus propios cuerpos.

Y ante aquéllos influjos de tierras herejes que adoran escuálidos cuerpos de mujer, el manchego lanzó ayer el mejor grito de respuesta: El cerdo es grande. La lorza es bella.

Viva el Domingo de Piñata, Viva la lorza manchega, Viva nuestro sustento, el cerdo, y viva la cerda que lo parió…

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