Se ha hablado, se habla y se hablará mucho del término
“cultura” para enfrascarnos en disputas de las más diversa índole, casi siempre
tiznadas de no poco componente pseudoideológico y que en las más de las
ocasiones no vienen sino a enmascarar los pensamientos de algunos con respecto
al ser y al querer a nuestra ciudad.
De un tiempo a esta parte, en no pocos foros, veo como se
intenta hacer ver (otra vez) que nuestra ciudad está anclada en el tercer mundo
de lo cultural. Quizás no les falte razón. O quizás, mejor aún, pueden tener
razón, si bien se les escapa un matiz importante en sus apreciaciones.
Parece que hemos pasado de entender por cultura aquello que
tiene un fuerte trasfondo popular, o que se encuentra más arraigado en la forma
de ser de gran parte de la población, a entender por cultura sólo aquello que
rompe con las normas establecidas, desdeñando lo que hasta entonces entendíamos
como tal, y ello con el peligroso argumento de una superioridad intelectual de
lo “nuevo” sobre lo “viejo”. Esto es, ahora solo lo “cool” según este nuevo
criterio es cultura.
Pues ni tanto ni tan calvo. Quizás lo que a unos y otros se
les escape, es que la cultura, que tanto tiene que ver también con el arte, es
una forma de expresión de los más íntimos sentimientos del ser humano. Con lo
cual privar a cualquiera de las dos expresiones, la tradicional y la
vanguardista, de su calificativo de cultura es mutilar la riqueza de la
expresión y por tanto la riqueza misma del ser humano.
¿Y a cuento de qué esto ahora, en un blog de temática
cofrade?
El pasado sábado, es de todos conocido, se presentó el
tercer trabajo discográfico de la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva:
Alarcos.
Agrupación Musical, música: cultura.
Santo Tomás de Villanueva, obispo, natural de Fuenllana,
personaje histórico pues: cultura.
Alarcos, enclave arqueológico de suma importancia en nuestra
ciudad: cultura.
Lleno absoluto en el foro de más capacidad de nuestra
ciudad: cultura.
Calidad interpretativa en cada una de las piezas: cultura.
Sin embargo, parece que como esto suena a “trompetas y
tambores”, para algunos pierde su condición intelectual cultural. Yo esa
apreciación la definiría como: incultura.
Quizás, de todo, independientemente de la calidad musical
(extraordinaria), de la humildad (extraordinaria), de la capacidad de esfuerzo
y alternativa de ocio para la juventud (extraordinaria), y un largo etcétera…
De todo, decía, me quedo con una cosa. El amor por nuestra ciudad, y por tanto,
la base fundamental para que la manifestación pueda denominarse cultura. Porque
sin sentimientos, no hay cultura.
Para aquéllos que tanto se quejan de que nuestra ciudad vive
en el Pleistoceno de la cultura, habría que retrotraerles a preescolar, y
enseñarles que para hacer cultura en la ciudad, primero hay que querer a la
ciudad.
Y como la quiere la Agrupación Musical Santo Tomás de
Villanueva… Eso además de CULTURA es de quitarse el sombrero… GRACIAS.
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