martes, 24 de julio de 2012

El cura de Santiago


Parece ser que la noticia ya es oficial… y es que precisamente ahora, cuando el Perchel celebra su verbena en honor al Patrón de España, Santiago se desmonta…

Muchos dirán que soy un exagerado, pero para los que acabamos de pasar la treintena, y de ahí para abajo, la figura de Enrique Galán siempre ha formado parte del paisaje del Perchel.

Son veintidós años los que lleva Enrique en la Parroquia más bella de la capital, y para el que escribe, es alguien inherente a la Parroquia, al barrio y a la ciudad… apenas tenía uso de razón cuando llegó a la misma, y por ello se me hace difícil concebir que Enrique no vaya a Celebrar a diario bajo la bóveda del dragón apocalíptico, ni se produzcan esos encuentros casuales en nuestros paseos por las calles Estrella, Ángel, o Altagracia…




No lo entiendo. Lo respeto, lógicamente. Doctores tiene la Iglesia. Pero no lo entiendo. Y no se trata aquí de hablar de labor pastoral, a la que Enrique se debe, como buen sacerdote, y seguro que con el espíritu de servicio que le caracteriza. 


Se trata de hablar de lo ciudadrealeño. Y desde esta óptica de lo culipardo, que tiene mucho de sentimientos, no entiendo como Enrique se nos marcha de la que es “su” Parroquia. Porque Enrique es parte de Ciudad Real, de su barrio del Perchel, de sus gentes, habiendo ascendido ya en ese rango de títulos culipardos, al reconocido cargo sentimental de “cura de Santiago”.



Porque el “cura de Santiago”, es algo más que aquél responsable de la labor pastoral de la Parroquia perchelera. El “cura de Santiago” es un título afectivo, un punto de referencia para esta ciudad a la que continuamente, los que vienen de fuera, quieren despojar de toda idiosincrasia…







Se nos va alguien de los nuestros, porque ama como nosotros lo nuestro… Pueden acusarme de exagerado, de pelota, o de meapilas… me es indiferente. De Enrique he tenido las mejores referencias desde pequeño. El afecto y el buen concepto que de él tiene la persona que más ha influido en mi forma de ser, mi padre, que fue compañero suyo en el Seminario, me han hecho ver siempre a Enrique como alguien digno de aprecio, de estima.




 Conozco muchas de las luchas calladas de Enrique en pos de su Parroquia, de sus Grupos Parroquiales, de sus Congregaciones (cuánto lo echará de menos Sor Ángela…). Y si hablamos de las Cofradías, la brega por la dignificación del ser cofrade en Santiago, queda fuera de toda duda. Ha sido mucho el bien que Enrique ha hecho a sus Cofradías. Se habrá equivocado más o menos, y es que nunca llueve a gusto de todos. Pero nadie puede discutir que todo ha sido desde el amor y por el amor…

 Por eso, cuando a partir de septiembre volvamos a pasear por la piel de este barrio señero de nuestra ciudad, anhelaremos encontrarnos con el saludo afectuoso de Enrique, al que deseamos ver pronto ejerciendo su labor pastoral otra vez en nuestra ciudad, en su ciudad, y es que el Perchel ya no será lo mismo sin el “cura de Santiago”…
  

3 comentarios:

Hernando dijo...

AMEN por tu entrada y con mayúsculas. Una pena

Anónimo dijo...

Gran entrada Miguel y enorme error del Obispado. Qué pena.

Carlos Lillo dijo...

Cuántas verdades plasmadas en letras, Miguel.
Hecharemos de menos y no poco a Don Enrique, el cura, tu cura, nuestro cura del Perchel.
Espero que no sea un "Adiós" sino un "Hasta Luego".
Un abrazo.