Parece ser que la noticia ya es oficial… y es que
precisamente ahora, cuando el Perchel celebra su verbena en honor al Patrón de
España, Santiago se desmonta…
Muchos dirán que soy un exagerado, pero para los que
acabamos de pasar la treintena, y de ahí para abajo, la figura de Enrique Galán
siempre ha formado parte del paisaje del Perchel.
Son veintidós años los que lleva Enrique en la Parroquia más
bella de la capital, y para el que escribe, es alguien inherente a la
Parroquia, al barrio y a la ciudad… apenas tenía uso de razón cuando llegó a la
misma, y por ello se me hace difícil concebir que Enrique no vaya a Celebrar a
diario bajo la bóveda del dragón apocalíptico, ni se produzcan esos encuentros
casuales en nuestros paseos por las calles Estrella, Ángel, o Altagracia…
No lo entiendo. Lo respeto, lógicamente. Doctores tiene la
Iglesia. Pero no lo entiendo. Y no se trata aquí de hablar de labor pastoral, a
la que Enrique se debe, como buen sacerdote, y seguro que con el espíritu de
servicio que le caracteriza.
Se trata de hablar de lo ciudadrealeño. Y desde esta óptica
de lo culipardo, que tiene mucho de sentimientos, no entiendo como Enrique se
nos marcha de la que es “su” Parroquia. Porque Enrique es parte de Ciudad Real,
de su barrio del Perchel, de sus gentes, habiendo ascendido ya en ese rango de
títulos culipardos, al reconocido cargo sentimental de “cura de Santiago”.
Porque el “cura de Santiago”, es algo más que aquél responsable de la labor pastoral de la Parroquia perchelera. El “cura de Santiago” es un título afectivo, un punto de referencia para esta ciudad a la que continuamente, los que vienen de fuera, quieren despojar de toda idiosincrasia…
Se nos va alguien de los nuestros, porque ama como nosotros
lo nuestro… Pueden acusarme de exagerado, de pelota, o de meapilas… me es
indiferente. De Enrique he tenido las mejores referencias desde pequeño. El
afecto y el buen concepto que de él tiene la persona que más ha influido en mi
forma de ser, mi padre, que fue compañero suyo en el Seminario, me han hecho
ver siempre a Enrique como alguien digno de aprecio, de estima.
Conozco muchas de las luchas calladas de Enrique en pos de
su Parroquia, de sus Grupos Parroquiales, de sus Congregaciones (cuánto lo
echará de menos Sor Ángela…). Y si hablamos de las Cofradías, la brega por la
dignificación del ser cofrade en Santiago, queda fuera de toda duda. Ha sido
mucho el bien que Enrique ha hecho a sus Cofradías. Se habrá equivocado más o
menos, y es que nunca llueve a gusto de todos. Pero nadie puede discutir que
todo ha sido desde el amor y por el amor…
Por eso, cuando a partir de septiembre volvamos a pasear por
la piel de este barrio señero de nuestra ciudad, anhelaremos encontrarnos con
el saludo afectuoso de Enrique, al que deseamos ver pronto ejerciendo su labor
pastoral otra vez en nuestra ciudad, en su ciudad, y es que el Perchel ya no
será lo mismo sin el “cura de Santiago”…
3 comentarios:
AMEN por tu entrada y con mayúsculas. Una pena
Gran entrada Miguel y enorme error del Obispado. Qué pena.
Cuántas verdades plasmadas en letras, Miguel.
Hecharemos de menos y no poco a Don Enrique, el cura, tu cura, nuestro cura del Perchel.
Espero que no sea un "Adiós" sino un "Hasta Luego".
Un abrazo.
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