Ya es Cuaresma… No lo marca el reloj, ni la primavera arrebatada
en flores de almendro. A veces, ni siquiera lo parece en el ajetreo de mis
cosas…
Pero ya es Cuaresma. Lo dice Él. Y ante su Palabra muda, todo
calla. Nada le contradice. Ni el tiempo, ni el espíritu, ni el bien o el mal en
nuestras vidas…
Es Cuaresma, porque el Dios-hombre se hace soberano en el
Señorío de la cera derramada y de la flor. Y Él, que lo sabe todo, era
conocedor de que mi alma necesitaba apoyarme en su espalda carmesí.
Hoy, por fin, podré reposar mis días en su Columna. Porque
ahí todo es Bueno. Todo respira pausado, lento, cadencioso… Es la soga que me
ata al Dios de mis entretelas, a ese Cristo nuevo en la ventana, a ese Cristo
viejo de mi memoria.
Y sí, todo lo sabe… porque con Él no puedo guardarme las
miserias y las angustias del ser que voy tallando con aquello que marca mi existencia.
Porque Él es el primer testigo de las ilusiones y las alegrías que aún están
por nacer en mi corazón. Es Padre. Pero sobre todo es amigo. Mi mejor
confidente.
Esta tarde nos vemos, Dios y Amigo Bueno…
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