viernes, 9 de marzo de 2012

VIA CRUCIS para la Cuaresma...

Séptima Estación
El Cirineo ayuda a llevar la cruz



«Mientras lo con­du­cían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo» (Lc 23, 26). «Y lo for­zaron a llevar su cruz» (Mt 27, 32).

Simón era un agri­cultor que venía de tra­bajar en el campo. Le obli­garon a llevar la cruz de nuestro Señor, no mo­vidos por la com­pa­sión, sino por temor a que se les mu­riese en el ca­mino. Simón se re­siste, pero la im­po­si­ción, por parte de los sol­dados, es ta­jante. Tuvo que aceptar a la fuerza. Al con­tacto con Jesús, va cam­biando la ac­titud de su co­razón y ter­mina com­par­tiendo la si­tua­ción de aquel ajus­ti­ciado des­co­no­cido que, en si­lencio, lleva un peso su­pe­rior a sus dé­biles fuerzas. ¡Qué im­por­tante es para los cris­tianos des­cu­brir lo que pasa a nuestro al­re­dedor, y tomar con­ciencia de las per­sonas que nos necesitan!
Jesús se ha sen­tido ali­viado gra­cias a la ayuda del Cirineo. Miles de jó­venes mar­gi­nados de la so­ciedad, de toda raza, con­di­ción y credo, en­cuen­tran cada día ci­ri­neos que, en una en­trega ge­ne­rosa, ca­minan con ellos abra­zando su misma cruz.

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