Pues sí. Cofrade. Ya sé que en este apartado he ido trayendo
(y lo seguiré haciendo) a mucha de la flor y nata de nuestras Cofradías, gente
que destaca por su valía, por sus conocimientos, por su valentía al frente de
nuestras corporaciones…
Sí, si ya lo sé. No es una “cofrade” al uso, según los
patrones antedichos. Pero esta entrada se la debo a mi propia historia, con la
que a veces he sido un poco injusto. Y es que fuimos muchos, pero pocos quedan...
En las cofradías, hay personas que no responden al canon de
capillita, pero sin las cuáles no podrían llevarse adelante muchos de los
proyectos que los que los que nos consideramos “cofrades de pro” siempre
tendemos a abanderar. Y esas personas nos suelen aventajar en algo. El amor a
los Titulares. Y punto. No les hace falta más.
Este es uno de esos casos. Quiere a la Virgen y punto. Y
podemos todos pensar, que si tal… que si cual… ¿y tú que lees esto? ¿y yo que
lo escribo?, ¿no necesitamos mejorar nada en la vida? Eso se llama soberbia… y
a veces padecemos de ella. Yo el primero.
Sé que esta entrada mucha gente no la va a comprender. Pero
la incomprensión viene al dedo para estas letras. Hay personas a las que no hay
porqué comprender. Se les quiere y punto. Sin más aditivos. Y eso es lo que me
pasa a mí.
En ocasiones, además, es bueno que se sepa que no todo son
menosprecios en este mundillo, que hay personas, que aunque no lo cacareemos,
estamos muy orgullosos de ti. Te debe sobrar. Nos debe bastar.
Un beso.
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