Los minutos pasan lentos cuando ansío la hora del
reencuentro. Hace apenas tres días que estuvimos juntos. Solemos encontrarnos
con frecuencia, todos los domingos me esperas para charlar un ratito… pero los
dos sabemos que este encuentro es distinto.
Hace frío, pero mi corazón arde como la cera que iluminará
hoy tu rostro. Es el reencuentro con el tiempo. Hoy me esperas de forma
distinta, y los dos lo sabemos. No se trata de algo superficial. No es el
barroquismo de la estética que cada año nos regalan tus hermanos, es algo mucho
más profundo.
Algo íntimo que Tú y yo guardamos como una preciada joya en
vísperas de lo soñado. Y por eso has dejado que acaricien tu semblante con los
encajes, y las flores querrán rivalizar a tu alrededor con tu hermosura. Ilusas
flores…
Hoy nos volvemos a
encontrar con lo que fuimos, y vendrán a la memoria los paseos, las sonrisas,
el tacto de tu mano cálida... La cadencia del tiempo me castigará, y el corazón
herido por esta melodía de vivencias, volverá a encontrar un puerto seguro
donde descansar su aturdimiento. Tus ojos me esperan para reposar mis
desconsuelos. El azabache de tu mirada es mi refugio más preciado. Lo sabes.
Por eso, espérame como siempre, que yo, como siempre, iré a
buscarte. Y cuando la tarde empiece a hacerse larga… al lubricán, con las luces
tenues de esta nueva primavera del reencuentro, mis ojos volverán a detenerse
en el tiempo que no pasa… Hasta esta tarde…
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