viernes, 7 de marzo de 2014

El día de los besos...


Quizás sea el lento y continuo crepitar de las gotas de lluvia sobre el espíritu, quizás el frío de este invierno que parece no querer marcharse… Posiblemente sean las ausencias, o acaso las esperanzas, tal vez sean los miedos o, en cambio, los anhelos…

No sé si el alma, en demasiadas ocasiones exhausta de sus propios trajines, nos empuja a arquitecturas cimentadas en lo efímero, y si es ella misma la que no cae en la cuenta que la  verdadera morada trasciende su propio ser…

Sea como fuere, en ocasiones la vida pesa, y no queremos caer en la cuenta que a la vez, ella misma, nos ofrece nuevas primaveras…

Brota la Cuaresma en besos, haciéndonos volver a nuestra propia génesis. Y volverán mis besos a sus pies, como no queriendo separarme de todo lo que en ellos se atesora... 

Cada año repetido el gesto y sin embargo cada año tan distinto… Porque la sabiduría que se encierra en estos besos es, como todos los primeros viernes de marzo, insondable y personal.

Vuelven mis besos a tus pies, pero en realidad vuelvo yo mismo, completo, sin tapujos ni veladuras de mi propio ser. Y vuelvo a mis orígenes para intentar encontrar al que siempre ha estado ahí… 

A veces somos raudos en el tacto de la divina madera… en otras lo hacemos lentamente, como si la propia carga de los días fuera la que nos inclina el corazón de nuestros labios hacia Ti…

Da igual, como cada primer viernes de marzo, como cada primavera, hoy es el día de los besos…




1 comentario:

Mada dijo...

Sencillamente genial...genialmente sencillo...Siempre grande.
Un abrazo