jueves, 20 de marzo de 2014

COFRADE


Hace pocos días hablaba del gran patrimonio de las Cofradías, un tema en el que sé que soy “cansino” como dicen en estos lares… Pero creo que en los tiempos que corren, y en las circunstancias en las que, en diversos frentes, estamos, lo que importan son las personas…

Soy algo “lento” en algunos aspectos, pero no tanto como para darme cuenta que alguien puede buscar dobles o triples intenciones con esta entrada… No las hay. Tocaba hacer esta entrada hace mucho tiempo, y en estas palabras están mis sentimientos despojados de cualquier intencionalidad subyacente. Suscribo lo que digo sin aditamentos, ni circunstancias colaterales o temporales. Pero cada uno es libre de pensar lo que su corazón le dicte… eso sí, que cuando pensemos, siempre lo hagamos con la buena fe guiando el criterio de nuestro entendimiento.

Y es que no voy a traer a este “Cofrade” a José Luis Serrano Herrera como persona (que podría hacerlo sin desviarme un ápice de la buena estima que impregna esta entrada). Voy a traer a José Luis Serrano como cofrade…

 Y como cofrade nuestro protagonista es de aquéllos que a muchas cofradías les gustaría tener en nómina… cuanto más con responsabilidades en sus cuadrillas o cuanto más en su Junta de Gobierno. 

La fortuna recayó en mi Cofradía… y seguro que quienes me conocen saben que no lo digo con ánimos altaneros. Todo lo contrario. Lo digo con la humildad que caracteriza a Chefo… Porque cuando lo conoces, el cofrade de hoy deja de ser José Luis Serrano, y pasa a ser Chefo…

Me gustan las personas sosegadas, serenas, reposadas, que saben darle a cada acontecimiento el compás de espera necesario. Sin alharacas ni estridencias. Personas moderadas en su juicio y sensatas en su forma de actuar. Compartimos quizás, una timidez que pueda extrapolar una imagen distinta a la que realmente existe en el interior. 

Empatizo con las personas humildes, sinceras y afables. De las que te hablan con el tono adecuado a las circunstancias, sabiendo a quien corresponde el protagonismo en cada momento. 

Me cae bien la gente inteligente, a las que el poso de los años de estudio les ha modelado el carácter de forma que saben que lo importante no está en el conocimiento, sino en el proceso de conocer.

Decía, al principio que no venía a hablar de la persona, sino del cofrade, y parece, que al final ha sido lo contrario... Sin embargo, no es así… hablo de un buen cofrade, porque hablo de una buena persona… 

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