jueves, 23 de enero de 2014

Enero...

Buscas mi corazón ajado en el frío de los miedos invernales. Creemos buscarte y en realidad sabemos que eres Tú quien sale a nuestro encuentro en este enero gélido. 

No entiendes de escarchas ni vanidades. Trasciendes, con Tu sola presencia, todas las cosas mundanas que parecen alejarnos de Ti. Y te acercas con el candor de Tu mirada reflejada en la tibia luz de la primavera adelantada…

La lengua enmudece ante la plenitud de Tus caricias. Sólo queda callar y contemplar con los ojos del alma el tacto suave de Tú brisa cálida.

Despuntas como el lucero matutino, en estas noches de zozobra y desaliento. Y te elevas como espejo cristalino haciendo de la tarde mi sosiego. Por encima de todo, sobrepasando las angustias y los desatinos, enarbolando la bandera de nuestra esperanza. De la quietud de los días serenos bajo Tu manto…

Cuando este enero se convierta en primavera, sabremos de Tu Nombre imperecedero, incorruptible e intemporal…

Que por siempre sea así… Consuelo.

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