martes, 25 de junio de 2013

REQUIEM





La vida, en ocasiones, clava sus dientes afilados en lo más profundo de nuestro ser, y nos muestra, cruel y desgarradora, su cara más sombría…

La sabiduría popular quiere siempre poner letras en el vacío absoluto de la ausencia, y nos dice que “la vida es así”… sin embargo, en ocasiones las letras no cubren ese abismo de negrura de quien ha sentido ese zarpazo del luto tan cerca.

Era demasiado pronto, sin lugar a dudas. Y se hace demasiado duro ver a una persona a la que aprecias tanto, una persona íntegra, enhiesta como lo son los ciudadrealengos de verdad, abrazado al abatimiento de la tristeza.

No obstante, esa negrura de emociones que todos los que apreciamos a la familia Turrillo sentíamos ayer, dejaba un resquicio de aliento al ver allí a toda la familia… Se marcha un padre, un amigo, un compañero, pero su existencia se hace presente en la obra por él creada. La obra más perfecta de todas las que puede hacer una persona en esta tierra porque se realiza a base de un material imperecedero…la obra del amor, que queda siempre intacto en el orgullo de unos padres hacia sus hijos, en la ternura de unos nietos hacia sus abuelos, en la responsabilidad de un primogénito que asume ahora el papel de cabeza de familia… 

Es la medida que usarán para juzgarnos a todos en el último día, y de sobra sabemos que el fruto de esta vida, tan tempranamente cercenada, es abundante, porque cuando uno se marcha al Padre con la alforja repleta de cariño, la herencia que se deja es productiva y la dicha de la vida plena es abundante. 

Poco se puede decir, y poco se puede hacer en estos momentos. Mejor dicho, poco se puede decir, más bien callar y acompañar en el dolor a toda la familia. Y mucho, sí que se puede hacer. Al menos los que creemos en la Vida Eterna, sabemos que nuestra oración no es estéril, y el Señor de la Penas y la Virgen del Carmen ya está llenando de delicias la nueva vida de nuestro hermano.

Descanse en Paz…

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