jueves, 23 de septiembre de 2010

CRÓNICA DE UNA BEATIFICACIÓN

EL PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN PARA LA CAUSA DE LOS SANTOS:
UNA HOMILÍA PARA LA REFLEXIÓN ..."Con Santa Ángela de la Cruz y con la Beata Madre Purísima de la Cruz, nosotros, sin embargo, nos dirigimos a la Calle Alcázares (hoy Calle Santa Ángela de la Cruz), para oír las bienaventuranzas de Jesús y admirar a dos piadosas mujeres, que acompañan al Crucificado en el Calvario. Estas dos mujeres han llevado realmente la Cruz de Cristo por las calles de Sevilla, cada día y durante todos los días de su vida, como una vocación de santidad y de apostolado, en favor de los más pobres y necesitados, escondidos en las dolorosas entrañas de esta bella ciudad. Las dos Hermanas de la Cruz, bajo su amplio velo negro, distribuían discretamente alimentos y bienes a las familias necesitadas. De este modo ellas han ayudado a Sevilla con la melodía de sus buenas obras, atrayendo sobre todas las familias de la ciudad las bendiciones del cielo. Se trata de dos mujeres santas, pero también de dos grandes bienhechoras de la ciudad. De Sevilla. La “ciudad de la gracia” se convierte con ellas en “la ciudad de la gracia divina”...

..."Junto a la caridad ejerció una fortaleza heroica, sobre todo durante los años de la dirección del Instituto. Sostenida por la palabra del Señor, que llama bienaventurados a los que sufren y a quienes son perseguidos por amor a la justicia (cf. Mt 5, 1-12), ella, en el difícil periodo postconciliar, perseveró en la sana tradición, indicando a sus hermanas aquel camino de santidad y de servicio querido por la santa Fundadora, rechazando la moda efímera de cambios externos, exentos de eficacia apostólica. Nuestra Beata es un válido ejemplo de la fecundidad de la obediencia al carisma fundacional: hacerse pobres con los pobres para ganarse a Cristo."
Fue esta capacidad suya de mantener intacto el espíritu del Instituto la que hizo florecer a su congregación de manera verdaderamente extraordinaria. Un testigo afirma: “No podemos olvidar que cuando la mayor parte de los Institutos hoy sufre por falta de vocaciones, hasta el punto de que muchos de nuestros conventos y monasterios parecen residencias de ancianos, el Instituto de las Hermanas de la Cruz continúa teniendo vocaciones en un número verdaderamente considerable”...

..."A propósito de esto, una hermana suya testifica: “Fue un periodo en el que en la vida religiosa se respiraba una gran corriente de cambio y en el que casi todas las congregaciones cambiaron no sólo el hábito, sino incluso el carisma de la congregación. Ella, sin embargo, se mantuvo en afirmar que a nosotras nada nos impedía continuar vistiendo como en tiempos de nuestra Santa Fundadora y en confirmar nuestra fisionomía, afianzando con fuerza nuestro carisma para no alejarnos del que nuestra Santa Madre quería que fuese nuestro Instituto. Esto lo defendió, luchó por esto y lo consiguió, a pesar de las sonrisas irónicas de otros institutos religiosos y de sacerdotes que nos ridiculizaban”...

Ella quiso que su Instituto se mantuviera fiel a las auténticas fuentes de la vida consagrada: fidelidad a la Regla y al espíritu de la Fundadora y docilidad y obediencia a la Iglesia y a su Magisterio. Mientras que todo a su alrededor era un piadoso espectáculo de relajación en la doctrina y en las costumbres, ella fue heroica en incentivar la vida interior de sus Hermanas, dándole importancia a la vida espiritual alimentada de oración, de silencio, de obediencia, de caridad y de servicio a los pobres...

..."Una hermana cuenta las humillaciones que debieron sufrir cuando asistían a clases de teología: “Llegábamos a clase con nuestra carpeta azul de cartón, con nuestros zapatos desgastados, con nuestro gran paraguas con algún roto. Mientras buscábamos un asiento, sentíamos las miradas de desaprobación de algunas religiosas que susurraban: “Ya han llegado las del Viejo Testamento”. Yo me sentía mal y la miraba a ella que, sin embargo, permanecía sonriente y serena ante estos comentarios”...

...Don Gaspar Bustos, vicario episcopal de la vida consagrada en la diócesis de Córdoba durante 20 años, declara: “Me parece que la beatificación de Madre María de la Purísima pueda ser un ejemplo estupendo de fidelidad a la Iglesia y al propio carisma y de cómo realizar una verdadera renovación de un Instituto Religioso respetando el pasado y el presente”...

...Esta fidelidad ha consentido al Instituto florecer, no obstante la pobreza y la austeridad de su regla llevada a cabo con ayunos, durmiendo sobre tarimas de madera, soportando desdichas y privaciones. La Madre ha vivido por completo la bienaventuranza evangélica de la pobreza: ser pobres para ayudar a los pobres. Tenía bien asimilado el lema de Santa Ángela de la Cruz: “los pobres son nuestros señores”...

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