EL PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN PARA LA CAUSA DE LOS SANTOS:
..."Junto a la caridad ejerció una fortaleza heroica, sobre todo durante los años de la dirección del Instituto. Sostenida por la palabra del Señor, que llama bienaventurados a los que sufren y a quienes son perseguidos por amor a la justicia (cf. Mt 5, 1-12), ella, en el difícil periodo postconciliar, perseveró en la sana tradición, indicando a sus hermanas aquel camino de santidad y de servicio querido por la santa Fundadora, rechazando la moda efímera de cambios externos, exentos de eficacia apostólica. Nuestra Beata es un válido ejemplo de la fecundidad de la obediencia al carisma fundacional: hacerse pobres con los pobres para ganarse a Cristo."
Fue esta capacidad suya de mantener intacto el espíritu del Instituto la que hizo florecer a su congregación de manera verdaderamente extraordinaria. Un testigo afirma: “No podemos olvidar que cuando la mayor parte de los Institutos hoy sufre por falta de vocaciones, hasta el punto de que muchos de nuestros conventos y monasterios parecen residencias de ancianos, el Instituto de las Hermanas de la Cruz continúa teniendo vocaciones en un número verdaderamente considerable”...
Ella quiso que su Instituto se mantuviera fiel a las auténticas fuentes de la vida consagrada: fidelidad a la Regla y al espíritu de la Fundadora y docilidad y obediencia a la Iglesia y a su Magisterio. Mientras que todo a su alrededor era un piadoso espectáculo de relajación en la doctrina y en las costumbres, ella fue heroica en incentivar la vida interior de sus Hermanas, dándole importancia a la vida espiritual alimentada de oración, de silencio, de obediencia, de caridad y de servicio a los pobres...
..."Una hermana cuenta las humillaciones que debieron sufrir cuando asistían a clases de teología: “Llegábamos a clase con nuestra carpeta azul de cartón, con nuestros zapatos desgastados, con nuestro gran paraguas con algún roto. Mientras buscábamos un asiento, sentíamos las miradas de desaprobación de algunas religiosas que susurraban: “Ya han llegado las del Viejo Testamento”. Yo me sentía mal y la miraba a ella que, sin embargo, permanecía sonriente y serena ante estos comentarios”...
...Esta fidelidad ha consentido al Instituto florecer, no obstante la pobreza y la austeridad de su regla llevada a cabo con ayunos, durmiendo sobre tarimas de madera, soportando desdichas y privaciones. La Madre ha vivido por completo la bienaventuranza evangélica de la pobreza: ser pobres para ayudar a los pobres. Tenía bien asimilado el lema de Santa Ángela de la Cruz: “los pobres son nuestros señores”...
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